Slow Food es una organización global de base que se fundó en 1989 para prevenir la desaparición de culturas y tradiciones alimentarias locales, para contrarrestar el auge de los ritmos de vida acelerados y para combatir el desinterés general sobre los alimentos que se consumen, su procedencia y la forma en la que la decisiones alimentarias afectan el mundo.

Desde sus comienzos, Slow Food se ha convertido en un movimiento mundial que hoy involucra a millones de personas en más de 160 países que trabajan para asegurar que todo el mundo tenga acceso a una alimentación buena limpia y justa. 

Desde 2009, Slow Food y el FIDA han trabajado en asociación para fortalecer las comunidades rurales y promover oportunidades de sucesión, con especial atención a la juventud rural.

A través de la alianza, Slow Food y el FIDA vienen impulsando la reproducción de modelos de convivencia y gestión adecuados a los ecosistemas, la valoración y venta de productos de la agricultura familiar y los pueblos indígenas y comunidades tradicionales en los mercados locales, el intercambio y difusión de conocimientos y experiencias de buenas prácticas en varios países de África y América Latina.

En América Latina, las organizaciones han priorizado sus acciones conjuntas en los siguientes países: Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú.

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