La agrobiodiversidad puede nutrir el planeta - Plataforma de Conocimientos LAC

La agrobiodiversidad puede nutrir el planeta

7 julio 2022


POR MENA GROSSMANN
ifad.org

Las prácticas agrícolas que se emplean actualmente suelen ser dañinas para la salud del planeta, e incluso para nuestra propia salud. Para que la población y el planeta prosperen, debemos preservar la biodiversidad: la trepidante variedad de ecosistemas y seres vivos (desde los microbios hasta los árboles, pasando por las ballenas azules), así como la diversidad genética de las propias especies, que hacen que nuestro planeta sea habitable.

Sin embargo, la agricultura, y en especial la intensiva, es una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad, además de una práctica que contribuye en suma medida al cambio climático. Nuestra dependencia de un limitado número de cultivos y especies animales hace que nuestros sistemas alimentarios sean particularmente vulnerables al cambio climático, las plagas y las enfermedades. Además, estos sistemas alimentarios no aportan a todas las personas los nutrientes que necesitan: en 2020, cerca de 2 400 millones de personas carecían de acceso a una cantidad suficiente de alimentos nutritivos.

Afortunadamente, tenemos una solución a tales problemas: la agrobiodiversidad; se trata de concebir la agricultura de modo que la rica biodiversidad del planeta aumente, en lugar de mermar. Desde la perspectiva de la música, en vez de un dueto o cuarteto, disfrutaremos de una orquesta sinfónica al completo.

La agrobiodiversidad y la sostenibilidad

Hace tiempo que el FIDA reconoce la importancia de la agrobiodiversidad para lograr sistemas alimentarios sostenibles. Nuestra colaboración con los pequeños productores rurales —agricultores, ganaderos, pescadores, pueblos indígenas, así como las personas que se encargan de procesar los alimentos que producen— nos ha demostrado que la calidad de su nutrición, su capacidad de resiliencia y sus medios de vida dependen de la biodiversidad, la cual consideran que es parte de su identidad y acervo cultural.

Los pequeños productores no son solo usuarios de la biodiversidad: son sus guardianes. Son conscientes del papel esta desempeña en la mejora de la producción de alimentos, pues contribuye a la salud de los suelos, el control de las plagas, la eficiencia en el uso del agua y la polinización de los cultivos. Saben que los entornos naturales biodiversos son más resilientes al cambio climático y los desastres naturales. Si bien en la actualidad la agricultura intensiva a gran escala es la principal causa de la reducción de la biodiversidad, la practicada en pequeña escala y con pocos insumos ayuda a conservarla.

Gran parte de nuestra labor con estos productores se centra en ayudarlos a establecer sistemas que mejoran sus ingresos y medios de vida, al tiempo que preservan o incluso aumentan la biodiversidad local. No en vano, en el reciente Segundo Congreso Internacional sobre Agrobiodiversidad, firmamos el Manifiesto de Roma con miras a:

  • fomentar el consumo de alimentos variados en dietas que son nutritivas, sostenibles, asequibles, aceptables, inocuas y accesibles para todas las personas;
  • producir alimentos en sistemas alimentarios sostenibles, resilientes y diversos, y
  • conservar la agrobiodiversidad a fin de brindar a la población las opciones necesarias para transformar los sistemas alimentarios de manera sostenible e inclusiva y mejorar su nivel de vida, tanto ahora como en el futuro.

De hecho, muchos de los proyectos que financia el FIDA contribuyen a los objetivos del Manifiesto de Roma. En una evaluación reciente, constatamos que un tercio de nuestros proyectos cuentan con un componente central relacionado con la biodiversidad, y otro 39 % incluye actividades vinculadas a ella. Pasemos a analizar algunos ejemplos recientes.

Guardianes del ecosistema

En el norte de Burkina Faso, la pobreza a menudo empuja a los habitantes del medio rural a sobrexplotar los recursos naturales. A corto plazo, la degradación de los ecosistemas hace que los medios de vida dignos estén cada vez más lejos de nuestro alcance.

El Proyecto Neer-Tamba, respaldado por el FIDA en asociación con el Centro Nacional de Semillas Forestales, ofrece una amplia variedad de plantas adaptadas a las condiciones locales. Ahora las comunidades plantan más de 84 000 árboles para frenar el avance del desierto, crear hábitats para la flora y fauna silvestres y permitir el aprovechamiento de las tierras degradadas.

Además, cerca de los asentamientos, se están cultivando alimentos nutritivos y productos vegetales comercializables —como el baobab, la moringa, el karité y las algarrobas— que permiten a las comunidades preservar los recursos forestales y, al mismo tiempo, emprender negocios rentables.

Por otro lado, en Laos, el Programa de Fomento de la Seguridad Alimentaria y Nutricional (FNML), respaldado por el FIDA, enseña a los pequeños agricultores a preparar y utilizar un compost rico en microorganismos en sus huertas domésticas. Esto permite que las bacterias beneficiosas prosperen, lo cual acondiciona el terreno y mantiene las plagas bajo control. Los agricultores cuentan que las hortalizas tienen más sabor y que la fauna silvestre, como los gusanos y las mariquitas, ha vuelto. La producción ha aumentado enormemente, incluso se ha duplicado, al dejar de utilizar fertilizantes químicos.

En el bioma de la Caatinga al nordeste del Brasil, el pastoreo excesivo y la explotación maderera han causado una grave deforestación, y el cambio climático está provocando sequías devastadoras.

En el marco del Proyecto a favor del Semiárido, financiado por el FIDA, un programa centrado en las semillas criollas contrata “guardianes de semillas” que cultivan cientos de variedades de plantas con diversidad genética y preservan los conocimientos indígenas sobre su cultivo y uso. También se alienta a las mujeres a plantar árboles frutales autóctonos para fomentar la diversidad en los huertos domésticos, lo cual mejora la seguridad alimentaria.

Gracias al proyecto, se han introducido certificaciones de biodiversidad, de modo que los agricultores pueden obtener precios más altos por sus productos, y se han restaurado más de 1 000 hectáreas de tierras degradadas.

Conservar el planeta

Si bien la biodiversidad es ya un componente básico de muchas iniciativas del FIDA, ahora estamos haciendo mayores esfuerzos en este sentido. A través de nuestra Estrategia de Biodiversidad, integraremos esta esfera en nuestras operaciones de forma sistemática para aumentar la productividad y la seguridad alimentaria y nutricional, y para ayudar a las comunidades a adaptarse al cambio climático. Pone de manifiesto cómo los ideales del Manifiesto de Roma se están traduciendo en medidas.

También pretendemos destinar un 30 % de la financiación para el clima a soluciones basadas en la naturaleza, lo cual sitúa la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad en el centro de las iniciativas de adaptación al cambio climático.

La biodiversidad no solo es beneficiosa para el planeta, sino que representa la mejor forma de conseguir que los habitantes de las zonas rurales tengan una alimentación saludable, celebren sus identidades culturales y mejoren sus medios de vida. Esa es la razón por la que estamos decididos a ayudar a que los Gobiernos y las comunidades la conviertan en un componente central y prioritario de nuestros sistemas alimentarios.