Existen soluciones al hambre, lo que falta es financiación - Plataforma de Conocimientos LAC
Existen soluciones al hambre, lo que falta es financiación
16 agosto 2024
Texto originalmente publicado en ifad.org
La causa del hambre no es la falta de alimentos o la incapacidad para producirlos. Al contrario, sus principales causas son los conflictos, el cambio climático y las fluctuaciones económicas. Para los 757 millones de personas que padecerán hambre en 2023, esta realidad debe de ser difícil de aceptar.
La última edición del informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo señala que disponemos de los medios para acabar con el hambre y la malnutrición de aquí a 2030, pero nos faltan los fondos y la voluntad política para lograrlo.
El costo estimado para acabar con el hambre varía mucho, pero el precio de la inacción es aún mayor. Los costos sanitarios, nutricionales y ambientales de los sistemas alimentarios actuales y de uso de la tierra ascienden a 12 billones de dólares de los Estados Unidos al año, mientras que los costos sanitarios relacionados con la alimentación superarán los 1,3 mil millones de dólares anuales para 2030.
Además, la transformación de los sistemas alimentarios podría generar nuevas oportunidades comerciales valoradas en 4,5 mil millones de dólares anuales. Gracias a ello podrían crearse más de 120 millones de puestos de trabajo dignos, al tiempo que se frenaría el calentamiento global y se regenerarían los ecosistemas naturales.
Es innegable que invertir en seguridad alimentaria y nutrición no es solo una obligación moral, sino también una decisión sensata desde el punto de vista económico.
¿Cuáles son los problemas?
Enfrentamos distintos desafíos para erradicar el hambre. En primer lugar, los pequeños agricultores, que producen un tercio de los alimentos que consumimos en el mundo, son los más perjudicados por la falta de inversión. No solo debemos invertir más, sino también invertir mejor. Esta premisa implica destinar los fondos a donde más se necesitan: las zonas rurales de los países en desarrollo.
Por eso, en el próximo ciclo de proyectos del FIDA, el 45 % de los recursos básicos se destinarán a las zonas rurales de los países de ingreso bajo. Es en esas zonas donde se registra la mayor prevalencia del hambre y donde la inversión puede generar enormes beneficios.
En segundo lugar, actualmente los fondos disponibles son insuficientes. Con respecto al volumen total de la asistencia oficial para el desarrollo, la destinada al desarrollo agrícola se ha mantenido en solo el 4 %. A su vez, el gasto público nacional en agricultura es muy limitado. Esta situación se ve agravada por la enorme deuda de muchos países de ingreso bajo, que obliga a los Gobiernos a elegir entre amortizarla o invertir en los servicios públicos más básicos.
En tercer lugar, debido al riesgo financiero percibido, los países que más sufren el hambre y la inseguridad alimentaria son también los que menos acceso tienen a diversos tipos de financiación.
¿Cuáles son las soluciones?
Se necesita más financiación, y una más rentable, a escala mundial. No obstante, ya existen soluciones de financiación que podrían implantarse a mayor escala para aumentar el impacto.
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Financiación mixta: combinando donaciones y préstamos a bajo interés con asistencia técnica disminuiría la percepción del riesgo. Con el tiempo, la financiación comercial podría sustituir a la financiación en condiciones favorables.
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Bonos verdes, sociales y vinculados a la sostenibilidad: pueden emitirse para generar financiación adicional, al tiempo que se promueve un futuro mejor para todos.
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Soluciones basadas en las posibilidades de acceso a la financiación: los países con escasas posibilidades de acceso deben conseguir donaciones y préstamos a bajo interés o exentos de intereses. Aquellos con una posibilidad moderada de acceso a la financiación pueden aumentar los ingresos fiscales. Los países con muchas posibilidades pueden integrar los objetivos de seguridad alimentaria y nutrición en los instrumentos financieros.
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Aumentar la tolerancia al riesgo: los donantes, el sector privado y otros agentes tienen que aumentar su tolerancia al riesgo y hacer mayores esfuerzos por reducir el riesgo de las inversiones en las comunidades rurales.
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Remesas: una cuarta parte del volumen de las remesas se ahorra, se invierte o se utiliza para emprender actividades comerciales. Se calcula que en 2023 el valor de las remesas ascenderá a 656 000 millones de dólares, con lo que superará la cifra sumada de la inversión extranjera directa y la asistencia oficial para el desarrollo.
Qué hace el FIDA
En lo que respecta a soluciones innovadoras para financiar la seguridad alimentaria y la nutrición, el FIDA predica con el ejemplo:
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Hemos sido el primer fondo de las Naciones Unidas en recibir una calificación crediticia y emitir bonos sostenibles en los mercados de capitales que nos han permitido recaudar más de 480 millones de dólares hasta la fecha.
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Nuestro enfoque relativo a la distribución del riesgo atrae financiación privada. Por ejemplo, el Mecanismo Africano de Financiación para la Adaptación al Cambio Climático en las Zonas Rurales (ARCAFIM) combina diferentes fuentes de financiación para reducir el riesgo e incentivar a las instituciones financieras privadas a conceder préstamos a los pequeños agricultores.
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Invertimos en pequeñas y medianas empresas prometedoras, contribuyendo a estimular una mayor inversión del sector privado.
A medida que el reloj avanza hacia la fecha límite de 2030 para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el hambre y la desnutrición crecen. Ya es hora de que acompañemos nuestras palabras con recursos económicos e invirtamos en lograr el objetivo del hambre cero.
El estado mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición (SOFI) es un informe anual elaborado conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el FIDA, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).