Premio a la Innovación Juvenil Rural 2020: Colectando semillas y sembrando buenas prácticas en el Cerrado brasileño - Plataforma de Conocimientos LAC

Premio a la Innovación Juvenil Rural 2020: Colectando semillas y sembrando buenas prácticas en el Cerrado brasileño

Grupo de colectores de semillas del Cerrado es la iniciativa ganadora del Premio a la Innovación Juvenil Rural 2020 en la categoría Inclusión de grupos vulnerables

31 marzo 2021

Colectando semillas y sembrando buenas prácticas en el Cerrado brasileño Sembrar, en el estado de Minas Gerais, en Brasil, y más específicamente en el norte del Alto Rio Pardo, es una actividad tradicional que responde a una necesidad básica. “Todo aquí necesita agua” nos dijo Fabrícia, joven agricultora de Montezuma, municipio situado en un área de transición entre los biomas del Cerrado y el semiárido. 

Como si fuera poco, a la urgencia de preservar el bioma y conservar del agua, se han sumado amenazas constantes de expropiación de tierras que pertenecen a las 120 comunidades tradicionales de la región. Testigo de esta situación, un árbol de más de 500 años, un Pequizeiro, cuya envergadura se mide con el abrazo de tres personas, se ha quedado sólo en medio de una zona devastada por la deforestación. Frente al doble peligro de la pérdida de tierras y de ecosistema, los habitantes del Alto Rio Pardo han logrado movilizarse y crear en 2014 una reserva de desarrollo sostenible de 38.000 hectáreas que se está convirtiendo hoy en día en modelo de buenas prácticas. 

Desde 2017, los habitantes de la región, preocupados por la degradación de la reserva, estimada en un 20%, se están organizando para recuperar su bioma con actividades de recolección, siembra y hasta venta de semillas en una escala nunca antes vista en el Brasil. Las actividades se llevan a cabo de forma colectiva con la participación de 33 comunidades tradicionales llamadas “geraizeiros” y principalmente con jóvenes y ancianos que intercambian conocimientos y reciben capacitaciones relacionadas con técnicas de restauración de sus tierras. 


Valdomiro Ferreira Brito y Bruno Souza Brito recolectando semillas en el Cerrado

Los resultados son sorprendentes. “El uso adecuado de este territorio es hoy una gran conquista” nos dijo Nondas, ingeniero forestal y promotor del grupo de jóvenes recolectores de semillas del Cerrado: más de diez mil hectáreas están ya mapeadas, lo cual contribuye a la organización y monitoreo mensual de la restauración. El grupo cuenta además con cuatro unidades demostrativas de reforestación que fueron plantadas por las comunidades y sirven de “vitrina” o de modelo para difusión de conocimientos, en adecuación con las condiciones del suelo y la realidad y del semiárido.


Fabrícia, en un taller de mapeo de la reserva

A lo largo del año, jóvenes y ancianos aprenden así a colectar semillas, a conservarlas y usarlas de forma adecuada, para asegurar una plantación y una germinación exitosa en época de lluvias cuando todos se juntan para la siembra. Las semillas recolectadas son de árboles típicos del semiárido como capim, jatobá, lobeira o pequi y son plantadas en el área de la reserva más apropiada en función de sus características. Una vez reforestadas, el grupo sigue enriqueciendo las zonas restauradas con árboles frutales o hierbas medicinales, entre otros.  Estas medidas tienen por objetivo formar y empoderar las nuevas generaciones e ir promoviendo alternativas de empleo local para contrarrestar el éxodo rural. La participación de las mujeres es fundamental en las actividades del grupo: tradicionalmente más enfocadas en la colecta, participan hoy en todas las áreas de trabajo y son incluso mayoría.

Más allá de la importancia de la recuperación del bioma, las actividades del grupo de recolectores traen mucha alegría y unión entre las comunidades: “No hay forma de estar triste cuando uno colecta semillas” nos dijo Fabrícia, explicando también que llevan música al campo y que un compositor de la región escribió unas canciones sobre la labor de restauración que están llevando a cabo. Las actividades del grupo generan también ingresos y calidad de vida, aunque queda claro para Nondas que “los ingresos que están teniendo con la venta de semillas tienen que ser un medio, no un fin. El fin tiene que ser la recuperación del ecosistema, del agua, de la vida y dignidad de la gente.” 

Hoy, Fabrícia y Nondas sueñan con la restauración de su Cerrado, pero también con compartir sus conocimientos mediante la creación de un centro de referencia que serviría de espacio donde “se aprende haciendo”. Un espacio de información sobre conservación que incluiría actividades de colecta y de siembra de semillas, pero también de recuperación de saberes en materia de artesanía y cocina local que incluso podría integrar formas de ecoturismo. Frente a la cada día mayor degradación de los bosques y áreas naturales de nuestro planeta, un grupo de colectores de semillas del Cerrado brasileño está teniendo el valor de ir a contracorriente, buscando formas de acelerar más bien la restauración de sus tierras y revertir el proceso. Muchos han hablado de la importancia de llevar a cabo estas acciones. Ellos no nada más hablan. Actúan.  

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